18/04/2011

Estación atípica, peculiar fenómeno oceanográfico.



A.Deniaud/Tara Expeditions

Después de 48 horas de muestreo científico al norte del frente tropical del Pacífico Sur, la tripulación de Tara condujo una inmersión algo atípica: una Niskin, una de las botellas que son parte de la roseta, ¡llena de un coctel de frutas! En vestido y camisa, científicos y marinos han sumergido la composición a 100 metros antes de brindar en honor de esta estación número cien. A la luz de una luna casi llena, acompañados por una música de fondo, todos han celebrado el  evento hasta las 22 horas. Si la noche fue corta, no fue por temor a molestar los vecinos ni por  escasez de convivialidad a bordo: simplemente todos estaban rendidos por los esfuerzos de estos dos días y noches.
Para esta penúltima estación antes de atracar en Guayaquil, Ecuador, el equipo realizo una veintena de inmersiones de las redes y roseta en el corazón de un pequeño giro ciclónico: igual que en las zonas de upwelling, donde las aguas superficiales están empujadas hacia afuera,  causando un afloramiento de aguas frías de profundidad. En comparación con la composición del desierto oceánico, aquí la cantidad de sales nutrientes es mayor y los micro-organismos son más numerosos y más grandes. En el laboratorio húmedo, Montserrat Coll Llado, encargada del estudio de los virus y bacterias, ha debido extender su tiempo de trabajo: más partículas en el agua, más lenta la filtración. Por su parte, Celine Dimier,  bióloga responsable de las muestras de protistas, ha notado el regreso de diatomeas, unos protistas de tamaño superior a 5 micrones.
Viernes por la noche se capturó un Physalia juvenil en una de las redes de superficie: el despertó la curiosidad de todos. Conocido como el “Galeón portugués” este organismo gelatinoso consta de un flotador transparente y de tentáculos azules particularmente urticantes. Merced a su flotador que puede medir hasta 80 cm el Galeón portugués navega empujado por el viento en las aguas cálidas del globo. Especialmente peligroso para el ser humano, su presencia en gran número cerca de las costas genera a menudo la prohibición de entrar al agua.
Pero la singularidad de esta estación no está ahí;  Los científicos observaron aquí un fenómeno inusual y poco estudiado: una concentración atípica de clorofila a 180 metros de profundidad. En fosas abisales se observó un segundo pico de clorofila, menos importante que el de la DCM (profundidad de la clorofila máxima) situado a 75 metros, que refleja la presencia de fitoplancton a una profundidad donde la tasa de oxígeno es casi nula y la luz inexistente. Por lo general el fitoplancton  se desarrolla gracias a la fotosíntesis, un mecanismo que requiere luz y sales nutrientes, y genera la producción de oxígeno. Aunque los datos muestran un consumo de nutrientes en la profundidad de 180 m, la falta de producción de oxígeno a esta profundidad sugiere que el fitoplancton se puede desarrollar por una forma alterna a la fotosíntesis. Los científicos no saben exactamente cuál es el proceso que permite que los micro-organismos  sobrevivan en estas profundidades. A partir de las muestras de Tara, los investigadores en genómica estarán, de ahora en adelante, en condiciones de investigar este tema.

Para cerrar esta estación emblemática, un grupo de delfines viene a saludarnos. Si bien mantienen cierta distancia con la goleta, los cetáceos no escatiman en signos amistosos: coletazos, oscilaciones de la cabeza...Es agradable pensar que estos mamíferos marinos han venido desde su área residencia habitual situada más al norte en aguas cálidas, para felicitar la tripulación por la faena cumplida y animarla a continuar con esta  maravillosa misión científica.

Anna Deniaud.