30/05/2011

En ruta hacia la estación científica.


Las estaciones se programan en función de mapas por satélitesmostrando proporción de clorofila y temperatura de aguas de superficie.
S.d'Orgeval/Tara Expeditions


Tara navega desde hace días entre dos rutas. En relación a las estaciones científicas porvenir, varias opciones son posibles; El programa óptimo.se debate con intensidad entre el barco y los laboratorios de Villefranche sur mer, Roscoff y Bremen. El espacio de almacenamiento a bordo de Tara no es extensible: cada punto de muestreo debe estar bien pensado. Sin perder de vista que las operaciones de cada "leg" (tramo entre dos escalas) son parte del esquema general de una expedición de dos años y medio. Por ende, el estudio de los datos obtenidos por satélite es crucial para identificar los sitios claves de la toma de muestras.

La opción de una ruta más al norte parece dominar.

En la tarde, todo está en calma. Velas puestas, el barco traza a 8 nudos su rumbo al 250. De repente Celine y Vincent brincan en cubierta para maniobrar; La orden de Loïc se repite en eco: “¡On loffe!”. Viramos. Se alinean las velas. El barco sube al viento y enrumba hacia el Sur.

En reunión con la tripulación Nigel Grimsley, científico en jefe, explica la situación frente a dos mapas de satélite: una muestra la distribución de la clorofila, la segunda muestra la temperatura de las aguas superficiales. Los colores de los mapas hablan por sí solos: los sectores pobres en clorofila y por lo tanto en nutrientes, oligotróficos, en azul, y los más ricos, mesotróficos, en verde. "Queremos tomar muestras a lo largo de una línea imaginaria que va de la zona rica a la zona pobre". Es la diversidad de estas zonas, su evolución de una a otra, la que interesa los científicos ​en su estudio del plancton residente. "En lugar de un nuevo “transect” como pensado al principio, finalmente vamos a completar el transect realizado durante la etapa anterior. Es por eso que hemos cambiado de rumbo".

Entre la isla de Pascua (Chile) y Guayaquil (Ecuador), Tara ya había cruzado estos dos tipos de configuración. Para finalizar el trabajo hacía falta una estación larga en el centro del transect, en un sector particularmente interesante por la corriente fría venida del Sur que lo atraviesa. Este punto no está muy lejos de nuestra ruta, así que ¡vaya!

Tenemos dos días más de navegación antes de llegar a la ubicación especificada, esta vez para una estación en regla. Estos días son muy apreciados: finiquitamos todos detalles que no podemos atender cuando las estaciones se siguen muy de cerca. Un velero no deja respiro, especialmente uno equipado como Tara.

Marc Picheral puede entonces ajustar sus instrumentos y aprovecha para agregar otra pantalla en la cabina de mando: con ella la profundidad de todos los instrumentos se conocerá en directo.

Yohann Mucherie revisa todos los chalecos salvavidas (VFI) y prueba sobre un muñeco vivo, Vincent Le Pennec, el atuendo de bombero. Paradójicamente, sobre el agua, el fuego es uno de los mayores riesgos. A pesar de todas las precauciones el fuego puede propagarse rápidamente, causado por un cortocircuito, una fuga de combustible, etc.

El equipo de científicos, Sophie, Johan, Celine, Nigel e Hiro prepara los tubos de muestras que servirán en la próxima estación (unos cien). Se etiqueta cada envase con un código de barras asociado a una hoja de información: profundidad, fracción de tamaño de micro-organismos, productos de conservación utilizados (etanol, formol...). Todo es escrupulosamente documentado.

François Noël, mecánico en jefe, también tiene derecho a entretenerse sanamente: hoy el desalinizador está de baja.

Mientras tanto tres líneas cuelgan del barco, una forma de probar que todavía no estamos en un área pobre en nutrientes: los Mahi-mahi, el nombre polinesio del dorado, abundan por aquí y luego de varios intentos infructuosos en días anteriores la primera presa tiene sabor a revancha. Gritos de victoria reciben a bordo cada pez engañado por el pulpo de plástico que cuelga de nuestra línea. Para variar los placeres cada quien se ensaya a una receta: Loic cocina un mahi-mahi marinado en limón y leche de coco, en honor a la tradición de Polinesia. El Bonito será hecho al modo tártaro. Vincent, a sus anchas en su taller y en la cocina por igual, pone a marinar un dorado en un tarro de vinagre. Hiro es naturalmente requerido para los sushis.

Sibylle d’Orgeval