16/05/2011

Tara la colmena



S.d'Orgeval/Tara Expéditions





07:30. Comienza la estación. Científicos y marineros están en cubierta.

Sarah, al frente con la ayuda de los marineros o de cualquier mano voluntaria, maneja las herramientas de recolección de muestras, roseta y redes que ella ha previamente limpiado, reparado, probado. Todo asegurado a las líneas y sumergido por el cabrestante a diferentes profundidades según el programa. Gestos precisos, rápidos, ella agarra el lastre, lo engancha a la estructura, cierra el clip, opera la imponente máquina ayudada hoy por Celine quien deja sus hornos para adiestrarse con otros instrumentos.

Johan, en retaguardia cerca del laboratorio húmedo instalado al aire libre, aguanta para hacerse con la pesca de una red de malla inferior a 180 micrones. Una red sube, el recupera el contenido del colector. Dos terceras partes serán para los estudios genéticos: el filtra el agua y la almacena en nitrógeno líquido. El tercio restante será para el estudio microscópico. Le da a Sophie una muestra de la cosecha entre 20 y 180 micrones, y a Silvia todos los microorganismos inferiores a  0.8 micrones. Por debajo de este tamaño no hay más eucariotas, sólo bacterias o virus, el terreno predilecto de Silvia.

Silvia ha preparado de antemano todos los frascos para recoger las muestras, clasificarles con la información necesaria para identificar la estación del día. Serán distribuidos para diferentes tipos de estudio: ADN, ARN, FCM (citometría de flujo) en su laboratorio de Barcelona. Por ahora la organización y la disciplina son fundamentales para recuperar y conservar de modo óptimo los codiciados organismos. Todo esto con el balanceo del barco. El pequeño parche contra el mareo discretamente pegado detrás de su oreja recuerda que las condiciones de trabajo en el barco en mar abierto pide al cuerpo una adaptación peculiar.

Sophie, también en cubierta, esta lista para recuperar las muestras capturadas por la roseta en el estrato  DCM (Deep Chlorophyl Maximum) donde el fitoplancton es más abundante, y las de las redes de superficie. Ella baja adentro en el laboratorio seco y procesa su cosecha en el flowcam que detecta las partículas planctónicas, fito o zooplancton.

Denis, el observador ecuatoriano, especialista en aves, es también un oceanógrafo confirmado.  A bordo de Tara por 15 días, le echa una mano a Sarah y Silvia cuando se siguen las maniobras.

Gaby, al acecho de las redes al igual que todos, almacena en formol unos ejemplares de fitoplancton para los taxónomos, y otros en etanol para el análisis genético. Supervisando la operación en su conjunto, el trabaja simultáneamente en todos los frentes y le reza a Neptuno para que la lluvia no perturbe la estación.

Cristian. Mientras tanto Christian va en proa con pequeñas redes para recoger más macro plancton en buenas condiciones. Los más raros recibirán un trato preferencial y pasaran al estudio foto. Hoy el pyrosoma será la estrella de la cámara. De vuelta en el laboratorio seco, el echa un vistazo al flowcam manipulado por Sophie para recuperar los ejemplares de interés para su banco de imágenes.
Sarah. Entre dos operaciones de instrumentos Sarah se adentra para comprobar que los datos generados por los instrumentos de la roseta se procesan en su computadora, e imprima los gráficos de resultados. Luego se vuelve a tirar afuera para preparar la inmersión de un nuevo dispositivo. "Para una estación eficaz siempre debemos tener un instrumento en el agua" se exclama en camino.

Gaby agarra los gráficos en vuelo y se asienta para estudiar los datos físicos y químicos, en función de los cuales modificara la profundidad del muestreo.

En medio de esta actividad de colmena, Loïc, Johann y Daniel, los marineros no están ociosos, dando una mano a todas las maniobras técnicas, y supervisando el comportamiento del barco.  Animado por la misma energía, Francois se afana en desarmar y rearmar los winchs mientras Aurore, pincel en mano, liba en todos los puestos el polen de su inspiración.

Una vez terminadas las estaciones haremos ruta hacia Guayaquil, 3 días de navegación para desembarcar las muestras.

Sibylle d’Orgeval.