29/07/2011

Glider, boyas a la deriva y provbio...Las explicaciones técnicas de Pierre Testor


Glider. D. Sauver /Tara Expediciones

Pierre Testor es el “señor glider” a bordo, uno de los especialistas mundiales de este aparato de medición. Él nos describe los nuevos instrumentos científicos utilizados en las Islas Marquesas.

¿Qué es un glider?

Un glider es como un mini-submarino autónomo operado a control remoto. Mide 1,50 m de largo con un diámetro de 21 cm.

Nuestro equipo lo opera de forma remota enviándole las coordenadas GPS del lugar donde queremos que vaya. Durante su viaje el glider realiza mediciones oceanográficas, físicas y biológicas, de alta resolución espacial pero sin tomar muestras de agua.

Bajo el agua, el navega siguiendo una trayectoria de altas y bajas: se sumerge a 1000 metros, sube a la superficie, se sumerge de nuevo a 1000 m. Ello nos permite captar mediciones sobre toda la columna de agua. Regularmente, de acuerdo a su programación, sale a la superficie, envía los datos recogidos por satélite y recibe sus nuevas instrucciones. Lo podemos pilotear de forma remota donde queremos. Cuenta con un compa y un pequeño timón para navegar a la estima en el agua, es decir estimando el camino recorrido desde un punto de partida de coordenadas conocidas.

Su sistema de propulsión se basa en el cambio de flotabilidad. Un sistema de lastre (un compartimento que al llenarse y vaciarse de agua, modifica su volumen) le permite desplazarse de forma vertical, cambiando su volumen. Pequeñas alas utilizan este movimiento para moverlo horizontalmente. Por lo tanto, es relativamente sobrio en energía: puede funcionar varios meses antes de que lo recojamos.

¿Cuál es el papel de las boyas a la deriva y que son los provbio?

Las boyas a la deriva son también instrumentos de medición oceanográfica (datos físicos), pero a diferencia del glider y como su nombre indica, no podemos pilotearles. Ellas derivan siguiendo las corrientes y registran solamente datos de la superficie.

Por último, el provbio es un flotador que tiene la capacidad para descender a 2000 m. Cuando sube de vuelta, registra datos oceanográficos. Se le agregaron sensores de datos biológicos.

Sibylle d'Orgeval

Preguntas a Fabrice Not, jefe científico de la misión Marquesas


Fabrice Not / Tara Expeditions

Comenzamos una etapa muy específica de diez días alrededor de las islas Marquesas. Fabrice Not, un biólogo de la estación de Roscoff, es el jefe científico. Para esta misión especial, tres científicos más completan el equipo ya embarcado: Pierre Testor, Fabrizio d’Ortenzio y Steffi Kandels-Lewis. Esta etapa en las islas Marquesas busca definir el ecosistema planctónico a sotavento de las islas, en relación con los aportes de hierro.

¿Cuál es el propósito de esta misión en las Islas Marquesas?

En la latitud de las islas Marquesas, hay una banda de unos 1000 km de ancho particularmente pobre en hierro que cruza el Pacífico de Este a Oeste, donde hay poco plancton a pesar de las aguas ricas en nutrientes. Mar afuera de las islas, se observa un importante desarrollo de fitoplancton visible en los mapas por satélite, una gran superficie azul al Este de las Marquesas. Periódicamente vemos aparecer unos remolinos verdes que indican la presencia de clorofila. En estas zonas registramos un significativo aporte de hierro que permite la proliferación de fitoplancton, un fenómeno llamado bloom. Queremos entender de donde viene este aporte de hierro: ¿se relaciona con la tierra de las islas llevada por el viento, o viene de las turbulencias creadas por la corriente abajo de las islas, que hacen subir aguas profundas más ricas en hierro?

En resumen: Vamos a tratar de comprender la influencia del aporte terrígeno y de estas turbulencias. Luego estudiaremos la evolución de la comunidad fitoplanctónica en función del contexto.

¿Cuál es la especificidad de esta etapa?

Este es mi cuarto embarque en Tara y el tercero en calidad de jefe científico jefe. Pero esta etapa es sin duda la más peculiar: es a la vez una parte del proyecto global Tara Oceans y una misión muy autónoma.

Por lo general, Tara trabaja a la escala de cuencas oceánicas, mientras esta vez nos estamos focalizando en una zona precisa y un fenómeno específico que es la cantidad de hierro en el océano. Los fenómenos estudiados son esta vez mucho más limitados en el tiempo y el espacio.

Por otra parte, es la primera vez a bordo de Tara que se están combinando de modo tan íntimo la biología y la física. Tenemos los instrumentos habituales de medición: la CTD-roseta para los datos oceanográficos, el bombeo de agua de mar y las redes de recolección para el muestreo de micro-organismos. También hemos lanzado un "glider" (planeador submarino) y boyas a la deriva, que nos informan de las características físicas de las masas de agua en las cuales navegan. ¡Juntar tantos instrumentos para un objetivo común es poco frecuente!

¿Qué aportan estos instrumentos?

El interés es de ser mucho más precisos cuando elegimos la ubicación de nuestras estaciones de muestreo. En lugar de los solos datos satelitales de superficie que nos permiten tener una visión global de los grandes flujos, el glider nos envía datos de profundidad muy localizados que recibimos casi en tiempo real. Estos datos complementan los del satélite. Con más instrumentos, se multiplican nuestras fuentes de información, abarcamos e identificamos con mayor precisión la complejidad de los fenómenos en superficie y en profundidad.

¿Cuál es el plan de muestreo?

Aun teniendo un programa provisional de principio, este evolucionara en continuo conforme los datos que recibiremos. Hemos programado una primera estación de referencia "Gaby" a barlovento de las islas: corresponde a la gran zona azul en nuestros mapas satelitales; Un lugar casi desértico. Esta es la estación la más complicada porque la más expuesta al viento y al oleaje.

Una segunda estación llamada "Eric" se llevará a cabo a sotavento de las islas, donde de repente prolifera el plancton (bloom), que corresponde a la fuente del enriquecimiento en hierro. En el mapa son las zonas de color verde que aparecen cerca de las costas. Pero este fenómeno de bloom es episódico: de allí la dificultad para recolectar datos en esta estación. Por consiguiente, debemos examinar continuamente los mapas por satélite y esperar ver una nueva floración planctónica.

¿Cuál es la frecuencia de estos eventos?

Es difícil de predecir... Fabricio d’Ortenzio, quien ha estudiado los datos de satélite sobre varios años, ha determinado que en esta temporada surgen formaciones al menos cada semana. Con una vigilancia satelital permanente y un poco de suerte, espero que tengamos la oportunidad de ver un bloom en el momento adecuado. ¡Además habrá que estar cerca para tener tiempo de llegar a la zona a tiempo! ¡Es una estrategia complicada!

Para la tercera estación llamada "Romain", la idea es seguir la masa de agua muestreada en "Eric" para ver cómo evoluciona la estructura en tres o cuatro días.

La cuarta estación "Philippe" se haría aun mas lejos de las islas para seguir observando la evolución de la comunidad de plancton llevada en la corriente.

Hemos programado estas cuatro estaciones de muestreo en un perímetro limitado para entender a fondo el fenómeno. Observaremos su evolución en el tiempo “rio arriba” y lo seguiremos varios cientos de kilómetros. Las boyas en el agua seguirán en actividad y transmitiendo datos por varios meses. Por lo tanto podremos seguir analizándoles después de nuestra partida.

¿Cuáles son las dificultades principales?

Es una ventaja el tener tantas herramientas a disposición, pero eso también hace el trabajo más complejo. Debemos tomar en cuenta fuentes de información diversas, lo que es más rico pero más difícil de procesar: las elecciones son más difíciles de hacer, entramos en la complejidad de los fenómenos. Trabajamos con la incertidumbre asociada con la repentina aparición de los fenómenos naturales. ¡Sin olvidar el último parámetro importante, el clima!

Es un ejercicio de funámbulo, el de manejar con éxito estas incertidumbres. Habrá que ser muy flexible para ser reactivo, ajustar constantemente nuestra estrategia de muestreo. Es el gran reto y a la vez lo más emocionante. Creo que tenemos el equipo perfecto a bordo para eso. Sobre todo porque muchos de nosotros somos capaces de hacer rotaciones.

Pienso que es una misión que explota de manera óptima las características de un barco como Tara: permite esta clase de flexibilidad porque es pequeño y más manejable que los grandes barcos oceanográficos habituales.

Por último, la articulación de diferentes disciplinas como la física y la biología, es también algo complicado: son dos mundos muy diferentes, el vocabulario es distinto, nos obliga a encontrar un lenguaje común. La relación al tiempo trabajado en el mar es muy diferente. Uno de los desafíos es de lograr entendernos y trabajar juntos para hacer converger nuestros objetivos. De lograr eso, ¡es mucho más rico, por supuesto! La combinación de los aportes expertos y la precisión del área de trabajo hace que para mí, ¡esta etapa es realmente única!

Sibylle d'Orgeval

27/07/2011

En el valle de Hatiheu, Nuku Hiva, Islas Marquesas


Tara en la bahía de Hanaiapa - Hiva Oa. J. Girardot /Tara Expeditions

Tara pasó el fin de semana en el puerto de Taiohae, capital de las Marquesas, en la isla principal del grupo Norte del archipiélago, Nuku Hiva. Como se habían programado con la alcaldía de la ciudad unas visitas del barco, hemos atracado al muelle. Pero el oleaje del Sureste entraba en la bahía y hacia poco confortable la posición de Tara amarrado a la tierra. El permanente crujido de las amarras tensas, maltratadas por la resaca, no era un buen augurio. Así que después de la proyección de la película y de las visitas, nos dirigimos hacia Hatiheu en la costa norte, para conseguir un fondeadero protegido.

Deborah Kimitete, consejero del alcalde, nos ha recomendado con insistencia reunirnos con Yvonne Katupa, alcalde de la pequeña población; Y descubrir con ella el sitio donde trabajan los arqueólogos Pierre y Marie-Noëlle Ottino.

El valle de Hatiheu

En medio de un denso bosque, un majestuoso baniano indica el "meae", el lugar de culto de los tiempos pre-cristianos. Estamos descubriendo por fin los vestigios de los cuales los habitantes de las islas Gambier nos han hablado. Usaban el pasado, frente a dibujos de antaño. Aquí en las islas Marquesas, las piedras están de pie, han resistido la labor de los misioneros. El paciente trabajo de arqueólogos apasionados, ayudados por jóvenes de la isla y el apoyo incondicional de Yvonne, ha permitido restaurar el lugar, recoger objetos y abrir un pequeño museo; "Sólo una sala patrimonial" corrige modestamente Pierre. Sin embargo, el diseño del lugar, la exactitud de los paneles de exposición, la calidad de los objetos y el saber de nuestros guías, no le envidian nada a una figura de mayor prestigio.

Yvonne, la verdadera madre del valle, lucha constantemente para protegerlo. “¡Me negué a que asfalten la carretera! ¿Cuál es el punto? Si se trata de tener más turismo, en todo caso no tenemos la capacidad de alojamiento para hacerle frente” bromea. Ella maneja una tienda de abarrotes y una pensión, pero no aceptaría imaginar hoteles en su pequeña bahía. "De todas formas los turistas buscan lo mismo que nosotros: una hermosa naturaleza, la vida tranquila y tradicional, así que no debemos querer recibir demasiada gente".

"Más bien debemos seguir en sintonía con la naturaleza y aprender a protegernos de otras amenazas como lo hicieron los antepasados, contra los tsunami, por ejemplo...". Yvonne recuerda perfectamente el 1ero de abril 1946 cuando jugaba en la playa con los niños del pueblo. Una primera ola un poco más fuerte que las otras alertó por suerte a los niños: en seguida corrieron a buscar refugio en las lomas antes de que las olas siguientes arrebaten todo violentamente."Muchos pobladores estaban trabajando en la plantación de cocos y cuando se les grito que un tsunami estaba barriendo con todo, ¡no lo podían creer, pensaron en una broma!” Ella sazona su frase, como todas otras, con una risita feliz. Ella regresa de la iglesia donde la misa del domingo no atrae multitudes: las celebraciones de julio distraen muchos feligreses. Se acaban de acostar en el momento en que la misa inicia.

Yvonne es creyente pero también lucha para restaurar los “meae” tradicionales de sus antepasados. Ella recuerda la prohibición del idioma de Mangareva en las escuelas. Cuando una alumna pronunciaba una palabra en la lengua de Mangareva, las monjas le daban una concha. Esta pasaba de mano en mano en la clase, para culpar la que había “fallido”. Al final del día, se castigaba a la que tenia la concha en mano. Al igual que en las Islas Gambier, nos sorprendemos al ver tanto respeto de los polinesios por aquellos que han diezmado su cultura.

A bordo de Tara, cuatro nuevos compañeros acaban de sumarse a la tripulación. Pierre Testor, Fabrizio d’Ortenzo, Steffi Kaendels y Fabrice Not, el nuevo científico en jefe. ¡Estamos ahora 16 a bordo! La misión programada hasta Tahití promete ser muy densa, en todos los sentidos de la palabra.

Sibylle d'Orgeval

25/07/2011

Primeros pasos en las Marquesas


Tara en Hanaiapa, Islas Marquesas.Tara Expeditions

En la madrugada del miércoles, estamos divisando a lo lejos el relieve marcado de las Marquesas, nombradas así por Menada, el primer europeo en verles, en honor a su patrocinador, el virrey del Perú. Fatu Hiva, la primera tierra del archipiélago que bordeamos, tiene el perfil de las islas volcánicas jóvenes: cantiles abruptos con dientes afilados. Al igual que todas las islas altas de Polinesia, las Marquesas son las cimas emergidas de volcanes y algún llegaran a ser islas coralinas bajas.

Luego aparece Hiva Oa. Última morada de Paul Gauguin y Jacques Brel, la isla será nuestro refugio mientras pase la borrascada. Decidimos fondear en la ensenada de Hanaiapa al Norte de la isla porque el puerto de Atuona, al Sur, es demasiado expuesto al oleaje. Tara va a descansar cerca de la "cabeza negra", una roca de forma humana que cierra la bahía.

Hanaiapa

Finalmente pisamos tierra y se detiene el rodillo: el tiempo de esta escala será la salvación de algunos. Comenzamos a caminar entre las casas de la aldea de Hanaiapa cuando "Sar", en el umbral de su puerta, nos lanza un: “¿Que tal un café?"

Primeras conversaciones en tierra de las Marquesas: aprovechamos la oportunidad para apuntar las primeras palabras de nuestro nuevo idioma."Kaoha", hola, "kota onu", gracias. El idioma de las Marquesas, como el de Mangareva, es muy diferente del Tahitíano. Si bien muchos entienden el tradicional saludo de Tahiti, Ia Orana, no es parte del idioma local.

Algunos pasos más adelante William nos saluda: "¿Son ustedes los del velero? ¡Vengan a mi casa!". Segunda invitación, esta vez alrededor de frutas. "Mi casa es el club de yates de Hanaiapa, tengo el récord de visitas", explica William enseñando un cuaderno. "Dígale a su capitán que venga a firmar, tengo frutas para él también". El registro da fe: 24 barcos por año, en su mayoría estadounidenses, fondean en la bahía.

Tania, la hija de William, quien vive a pocas casas de distancia, ofrece llevarnos al otro lado de la isla, a Atuona, para nuestras compras. Y en la sinuosa carretera que sube hacia el paso antes de bajar la ladera sur, nos sugiere: "Al llegar al pueblo, ¿querrán ir al cementerio? Todos los visitantes van allí". Aceptamos, por supuesto. Rendir un homenaje a Gauguin y Brel y abrazar la vista que tienen para la eternidad. Reposan en uno de los cementerios más encantadores del mundo: rodeadas de árboles en flores, las tumbas de piedra blanca se acomodan en una colina dominando la bahía.

La paz eterna de pronto está alterada por pequeños buses que vienen al cementerio. "Turistas del Aranui". Una vez al mes, el Aranui, el barco de suministros que sirve Papeete, las Tuamotu y las Marquesas, transporta carga y también más de 150 turistas que aprovechan la escala para descubrir el pueblo. Atuona es un pueblo pequeño, y no está realmente sumergido por una multitud turística, pero después de un mes de navegación solitaria hacia las Gambier y un mes más pasado en el corazón del pequeño archipiélago, hemos perdido el hábito de lidiar con una "multitud" o con un pueblo de más de 100 casas.

En el puerto, hay bastante actividad alrededor del barco: unos buscan el combustible para sus botes de pesca, otros esperan para entregar sus barriles llenos de noni, la fruta local con propósitos medicinales. La vida de una isla es íntimamente ligada al ritmo del paso de cargueros que abastecen las tiendas y permiten el comercio.

De vuelta del otro lado de la isla. Un rápido descanso antes de volver a zarpar rumbo a la siguiente isla, Nuku Hiva, donde nos esperan Pierre Testor y Fabrizio d’Ortenzo, equipados con los gliders que serán utilizados en la próximo etapa. El mar y el viento amainaron, nos lanzamos para una noche entre las dos islas.

Sibylle d'Orgeval

20/07/2011

El viento, ¿amigo o enemigo?


Tara Expeditions

En un barco a la vez velero y barco científico de investigación, se da una paradoja: la relación al clima. Mientras unos alisios bien establecidos a 25 nudos hacen la felicidad de todos los marineros, hacen también la desgracia de los científicos.

Desde la salida de las Islas Gambier, Tara progresa a buen paso, pero las olas de 2,5 metros que golpean el casco dan al traste con la perspectiva de realizar una estación científica. Tratar de desplegar los instrumentos en estas condiciones sería arriesgado. Se tuvo que cancelar la estación larga de toma de muestras prevista antes de llegar a las islas Marquesas. Esta decisión alivia un poco la tripulación: el oleaje ha afectado bastante el ímpetu de parte de nosotros. No importan los parches, pulseras de acupuntura u otra receta contra el mareo, no hay solución milagrosa al malestar: solo queda por esperar que algún día por fin uno se “amarine”, se acostumbre, o llegar pronto a la próxima escala en tierra.

Entre invierno y clima tropical

Paquetes de agua asaltan tercamente la cubierta: después de severos aguaceros dentro de las cabinas, nos negamos a dejar las ventanillas abiertas. Entonces sube el calor en el barco, confirmando nuestra posición tropical mientras afuera unas rachas de vientos nos recuerdan el invierno austral. Procuramos no dejar que la cálida humedad amaine nuestro buen genio. La visión soñada de los picos escarpados de las islas Marquesas todavía nos permite evitar que el mareo nos sacuda el ánimo.

Programa terrestre

Nos comunicamos con Nuku Hiva, la isla principal del archipiélago donde nos están esperando cuatro nuevos miembros de la tripulación. Los científicos Pierre Testor y Fabrizio d’ Ortenzio ya están allí desde hace unos días para probar el famoso "glider". Este planeador submarino enviará los datos oceanográficos en tiempo real a bordo de Tara, permitiendo así muestrear con mayor pertinencia alrededor de las islas Marquesas y camino hacia Tahití. También estamos planeando una proyección de uno de los documentales del “Mundo secreto” de Tara Oceans a Tahioae, la cabecera de las islas. Nuestra llegada a la isla se está organizando. Habrá bastante actividad aunque destaque la recuperación física de una tripulación sacudida por una semana de navegación. Pero primero, al amparo de Hiva Oa, la isla principal del grupo Sur de las Marquesas, antes de Nuku Hiva, la principal del grupo Norte, intentaremos sumergir la CTD-roseta para calibración y algunas muestras con redes, si la protección de la isla y el clima lo permiten.

Todo se planea con antelación pero nada se decide hasta el último momento: el clima no nos obedece, nos obliga a cambiar todo a cada rato y adaptarnos. ¿Será la única manera de vivir la paradoja?

Sibylle d'Orgeval