30/08/2011

Tara Oceans: un tercer año en el hemisferio Norte


Programa del tercer año de la expedición © be-pôles

Tara recorre los océanos desde hace dos años. El 5 de septiembre marca el tercer año de la expedición Tara Oceans. Este tercer capítulo se desarrollara en el hemisferio Norte.

Tara surcará las aguas de Hawái, explorara el “continente de plástico” del Pacifico, visitara San Diego, cruzara el canal de Panamá para llegar a Nueva York. Tara cruzará luego el Atlántico para regresar a Lorient, su punto de partida, en el transcurso de la primavera 2012.

Este verano, la goleta ha pasado dos meses en Polinesia francesa. En Papeete, los tesoros de la misión Tara Oceans serán enviados a los laboratorios. ¿Los tesoros de Tara? Unos congeladores llenos de muestras recolectadas en el transcurso de la expedición, minuciosamente, según un ritual inamovible. Unas muestras que aguardan una vida minúscula y abundante todavía bastante desconocida: el plancton. Nunca antes se había estudiado este “melting pot” de virus, bacterias, protistas y pequeños animales de todos géneros, de un modo tan sistemático e integrado. Nunca antes se había documentado los ecosistemas planctónicos a tal escala planetaria.

Gran desconocido de los océanos, el plancton produce 50% del oxigeno que respiramos y captura parte del carbón que generamos. El impacta entonces en los regímenes climáticos de la Tierra. Siendo los 98% de la biomasa marina, el es también la base de las cadenas alimentarias.

Es ahora hacia Hawái, y luego hacia el “continente de plástico’’ del Pacifico Norte, que Tara se está dirigiendo. ¿El continente de plástico’? Una zona de calmas del Pacifico, donde las corrientes marinas llevan desechos flotantes que forman bancos. Este mar de desechos que solamente se puede ver desde las pasarelas de los barcos ha sido descubierta en 1997 por el capitán Charles Moore. Estupefacto por su descubrimiento en esta zona poco transitada del globo, el tardó casi una semana en cruzarla.

Después de una escala en San Diego, Tara cruzará el canal de Panamá y luego el Atlántico, para llegar a Lorient, tentativamente en la primavera 2012

Pero el “leg”, la etapa sin duda más larga, ya ha empezado para las decenas de investigadores involucrados en Tara Oceans. La expedición genera una avalancha de datos que requerirán posiblemente más de 10 años para ser cabalmente analizados. Los objetivos son ambiciosos: entender el funcionamiento y la diversidad de la vida marina, anticipar la respuesta de los ecosistemas marinos a los cambios climáticos. Para todos los expertos, Tara Oceans es un proyecto de largo alcance. Un proyecto al cual “hay que dar recursos para su eclosión científica en los años porvenir”, subraya Jean Weissenbach, director del Giroscopio de Evry, el centro nacional francés de secuenciación. Los primeros resultados son prometedores y darán pronto lugar a unas primeras publicaciones, después de minuciosamente validar los análisis.

Gaëlle Lahoreau

Salida de la Islas de la Sociedad


Salida de Papeete, Haut Commissariat Polynésie française

Esta mañana marca el final de nuestra escala en el puerto de Papeete. Tara está a punto de dejar el muelle con un nuevo equipo de científicos embarcado. A modo de despedida, unos amigos nos ofrecen los tradicionales collares de concha, emblemáticos de las despedidas polinesias. La sirena anuncia el zarpe rumbo a nuevos horizontes. Con un tirón en el corazón, se sueltan las amaras. La vigía nos autoriza el paso por el canal. Se izan las velas y dejamos atrás las islas de la Sociedad, Polinesia Francesa.

Dos meses de vagabundería científica en los archipiélagos de las Gambier y las Marquesas nos ha permitido comprender mejor la vida de las islas y de los isleños de estos rincones del mundo, aislados en el corazón de la inmensidad del océano Pacífico. Una vida mirando el mar y sus recursos, donde los problemas ambientales cobran otro matiz en unos lugares de ecologías frágiles: una vida ruda en el paraíso.

De la producción de perlas al trabajo del coprah*, el mundo polinesio en plena evolución busca su futuro entre los restos del pasado. Poco a poco, regresando mas allá de la evangelización, este mundo rencuentra las raíces de un pasado oculto pero no perdido. Un justo tributo para estos hombres que supieron cuidar de lo que acoger significa. En la tierra de los guerreros tatuados y de los marae*, donde la historia se engancha al presente, el futuro es incierto para este frágil mundo de unas regiones marítimas del ultra-mar que aguardan el 80% de la biodiversidad francesa.

A bordo, cuatro marineros y 7 científicos dirigidos por Xavier Durrieu de Madron ya están afanándose para la próxima misión de muestreo. El recorrido hasta Hawái nos permitirá cruzar la línea del Ecuador y tomar muestras en la zona ecuatorial e intertropical para estudiar sus corrientes y contra-corrientes, y las poblaciones planctónicas asociadas.

Esta zona es propensa a corrientes convergentes que afectan los grandes sistemas climáticos a la escala de los océanos y del planeta, e impactan fenómenos climato-oceánicos como el Niño y la Niña, los cuales a su vez tienen una influencia considerable sobre las condiciones climato- económicas de los países colindantes del Pacífico ecuatorial.

Tara tendrá oportunidad de cruzar esta zona de convergencia para estudiar la biodiversidad y exponer los misterios planctónicos del océano. Al equipo científico le espera un trabajo de investigación apasionante. A los marineros, les espera un reto igualmente intenso: las zonas entre el ecuador y los 5° N se consideran lugares de formación de depresiones tropicales y ciclones, no tan obvios en los mapas meteo. A partir de los 10° N, volveremos a tocar alisios regulares de sector Este-Noreste para llegar a Hawái.

Por ahora, a todas velas, espuma en la proa, Tara se dirige hacia la primera estación de muestreo de esta nueva misión.

Hervé Bourmaud, capitán de Tara

* Coprah: pulpa seca de coco para producir aceite.

* Marae: lugar sagrado Tahitiano

26/08/2011

Sibylle d'Orgeval, periodista de los mares

Sibylle en Tahiti. L.Colchide/Tara Expeditions

Sibylle d’Orgeval acaba de pasar más de tres meses a bordo de Tara en calidad de corresponsal de prensa. Su quehacer cotidiano: relatar en palabras e imágenes la vida de la goleta, el trabajo científico a bordo y los encuentros humanos en cada escala.

No es la primera aventura de esta mujer de 35 años. Decididamente enfocada en los seres humanos, su mirada color azul océano ha escaneado muchos paisajes de rincones del planeta. Hace unos diez años, ella realizó su primer documental en una gira mundial en bicicleta. Luego ha codirigido el proyecto de Yann Arthus Bertrand "6 billones de otros" recolectando por 5 años los testimonios de hombres y mujeres en los cinco continentes.

Fascinada por el mar, se unió a la tripulación de Tara en Guayaquil, Ecuador, para vivir una nueva aventura humana. "Esta es una experiencia muy rica", dice alegremente. "En el contexto particular del barco, la noción del tiempo y los ritmos difieren totalmente de la vida en tierra. Uno aprende a conocerse a sí mismo al experimentar la vida en comunidad en un espacio reducido".

La tripulación siempre renovada de Tara también ofrece la oportunidad de explorar las interacciones entre las personas a bordo, donde se cruzan las trayectorias a veces tortuosas de científicos y marineros. Soñadora, explica: “No me canso de recoger esas historias y observar cómo la gente elige o no su vida. Con el tiempo te das cuenta de que todo es posible”.

En las Islas Gambier, las Marquesas y Tahití, Sibylle aprovecha las sucesivas escalas en tierra para captar algo de la cultura local y abrir la expedición a los lugares visitados: "Uno de los objetivos de Tara es también el de crear puentes con la población local. En las escalas, el barco permanece abierto, organizamos visitas a bordo y proyecciones de películas. Somos nómadas aportando información de un punto a otro".

Provocando intercambios, el encuentro con la población es variado e inspirador. "La gente siempre siente curiosidad por conocer viajeros, especialmente unos científicos embarcados. Algunas investigaciones tienen un impacto directo en la vida diaria de la población cuyos miembros viven en estrecho contacto con su entorno. El estudio del plancton se vincula directamente con las poblaciones de peces y la pesca, el estudio de los corales habla de la salud de los arrecifes que impacta en el cultivo de perlas, etc.".

De los legs vividos, Sibylle recuerda con intensidad la navegación entre Ecuador y las Islas Gambier: "Hemos tenido unas cuantas horas hermosas de navegación con vela, empujados por los alisios por treinta días sin ver tierra. Recuerdo especialmente un chapuzón en el medio del océano, en un desierto oceánico de aguas transparentes casi de color violeta. Nadamos junto al barco consientes de ser diminutos puntos perdidos en la inmensidad del océano... ¡Un momento realmente mágico!"

Sibylle desembarcó ayer por la tarde cargada de la energía azulada del Pacífico, el corazón pellizcado mientras se dirigía hacia el aeropuerto internacional de Tahití. Toda la tripulación de Tara le desea un feliz retorno a tierra.

Lise Colchide

22/08/2011

Fakarava, detrás el paraíso


Tara anclado frente al White Sand Resort, isla de Fakarava. N.Le Bescot/EPPO/SB Roscoff /Tara expeditions

Hay algo de arte en una llegada puntual. Alba del 12 de agosto: el sol inunda el horizonte de rojo y amarillo. Estamos divisando la isla de Fakarava, archipiélago de las Tuamotu. La línea de nuestro horizonte se puebla de pequeñas y delgadas figuras, despeinadas, alborotadas: una hilera de palos de cocos sembrada en una playa interminable.

Rectángulo casi perfecto de 60 km de largo y 25 de ancho, con una magra lengua de arena de apenas 200 metros de ancho, Fakarava es uno de los mayores atolones de las Tuamotu. Al igual que numerosas islas de Polinesia, Fakarava se ha llamado un tiempo "Havai'i": en polinesio, para todos los Maohis, es el nombre de la mítica isla de los orígenes.

Después de los picos volcánicos cortantes de las Islas Marquesas que imponen su poder telúrico, los cocoteros a ras del agua parecen a punto de ahogarse. Miramos con una pisca de superioridad esos pequeños árboles que los mástiles de Tara dominan.

Abordamos la isla por Garue, el paso más ancho ubicado en su Norte. Al acercarnos a la entrada de la laguna, la superficie del agua cambia de repente. Tara se tira en un extraño balanceo, empujado hacia dentro por olas rompiendo y repelado hacia fuera por una fiera corriente. Motores a pleno régimen, Tara lucha para apenas avanzar a 2 nudos. Unas corrientes contrarias se enfrentan en el paso: su fuerza puede alcanzar los 10 nudos hacia fuera cuando baja la marea.

Destino cada vez más popular entre las parejas jóvenes para su luna de miel y en medio de buzos en busca de un sitio poco frecuentado, Meca de los corredores de fondos, Fakarava sólo tiene un hotel, aunque pensiones cada vez más numerosas se estén esparciendo en la lengua de arena.

Galardonada "Reserva de la Biosfera" por la UNESCO en 2006, junto a 7 otros atolones que son parte de su circunscripción, Fakarava está cobrando fama y acoge más y más visitantes.

Después del archipiélago de las Gambier tan alejado de la actividad turística, después de las Marquesas también fuera de los circuitos tradicionales, nos sentimos aquí de vuelta en la caldera del mundo tecnificado. Una sensación muy extraña de reconexión con la “civilización”, mientras estamos de lleno en el corazón del cliché de "último rincón del mundo": laguna de aguas azul translúcido, cocal nutrido y ordenado, arena blanca gruesa, bloques de coral dispersas, nubes de peces coloridos.

Fred es el presidente de la Reserva de la Biosfera, Ato es un ex coordinador de la asociación, Tevero es un "anciano". Frente a la pensión de Ato y unas cuantas cervezas Hinano, conversamos sobre la reserva y la vida de los Paumotu.

"El atolón es nuestro hogar, nuestra despensa, la tierra de nuestros antepasados, la nuestra, y eso espero, la de nuestros hijos. Entonces por supuesto todo lo que se está haciendo para conservarla es importante". Fred se ha involucrado en la gestión de este estatus, muy complicado desde el punto de vista de un Paumotu.

"Al principio, la gente estaba más bien a favor de la reserva de la Biosfera, pero cuando se ha formulado el Plan de gestión del espacio marítimo la mayoría se ha rajado; Los textos administrativos, el vocabulario, la complejidad de los procedimientos, han ahuyentado a todo el mundo, todo era muy ajeno a nuestra cultura. Y también las reglas impuestas: se nos prohibía cazar tortugas y aves, algo como el oro para un Paumotu, algo muy importante espiritual y físicamente. Para comer, sólo tenemos pescado. La tortuga es nuestra carne. Sentimos que nuestro cuerpo la necesita, entonces es una larga tradición de siglos que viene de nuestros antepasados. Esta ruptura repentina choca a todos. ¿Es realmente nuestro consumo de tortugas lo que provoca su desaparición? A veces tenemos la sensación de ser culpados por un mal que no es realmente de nuestra responsabilidad. No estamos pidiendo comer tortuga todos los días. Nunca lo hemos hecho. Sin embargo, como antes, de vez en cuando, según como nos sale la pesca".

Tevero el Anciano escucha asintiendo con la cabeza, mientras Fred lo señala regularmente con la barbilla en muestra de deferencia a la generación de las tradiciones desaparecidas. "Se nos pide cumplir con reglas en pos de la ecología pero ellos ya lo estaban haciendo sin conocer la palabra ecología".

"Practicábamos el Rahui, la preservación de nuestras tierras, por tradición” confirma Tevero. “Éramos nómadas en nuestro atolón porque sabemos de la fragilidad de la naturaleza, no se necesitan estudios para ver que un lugar como éste es vulnerable" dice señalando la estrecha banda emergida, entre océano y laguna. "El equilibrio entre la tierra y el mar es delicado, cualquier exceso lo pone en peligro".

Los ancianos respetaban el barbecho, viviendo en ciertas zonas para el cultivo del coprah*, migrando luego en otras para la pesca, habitando alternativamente parcelas de su país, dejando las demás en descanso durante este tiempo.

"Las medidas tomadas para la reserva se parecen a lo que estábamos haciendo. Es bueno porque corresponde a nuestras tradiciones, que los jóvenes estaban perdiendo al no vivir cada día con la naturaleza. Pero todas estas normas escritas son muy complicadas y difíciles de explicar a la gente. Antes los preceptos venían de los sabios y era parte de nuestra cultura".

La llegada del turismo y el cambio de modo de vida de las nuevas generaciones alteran el equilibrio tradicional. Sin control la protección de la isla se vuelve crítica. El atolón se ha dividido en zonas para mantener actividades de subsistencia junto a un turismo respetuoso.

Mientras hablamos se levanta un zumbido mecánico y vemos surgir un helicóptero arriba de nosotros. "Van a recoger el grupo de danza de la isla para una noche en un yate anclado en la laguna. Estoy al tanto: ¡Mi hija es parte de los bailarines!" comenta Fred. "Este año tenemos con regularidad este tipo de visitantes, pero no los vemos mucho en tierra, se quedan a bordo, dan trabajo a bastante gente".

Tomará tiempo y trabajo garantizar que las normas de protección del atolón se apliquen eficazmente. Fred agrega: " De existir zonas de anclaje para todos esos yates que vienen, impediría que los fondos sean dañados por las anclas. Por tradición nos gusta dar la bienvenida a los foráneos pero no debe ser a expensas de nuestra laguna".

Sibylle d'Orgeval

* Coprah: pulpa seca de coco para producir aceite

10/08/2011

Estación "Romain" y estación "Etienne" cumplidas en las Marquesas


Etapa Islas Marquesas /Tara expeditions

"Romain" en el rojo

Nearchos, nuestro glider, estaba en lo cierto.

Recordatorio del episodio anterior: pensábamos que el remolino rico en hierro que estábamos muestreando en las aguas de las islas Marquesas, "Romain 2" en el mapa, iba bajando hacia el Suroeste, como el flujo general de la corriente. Pero de hecho el está subiendo mucho más al Norte. Decidimos seguirlo y reprogramar la ubicación de la estación "Romain 3" en el rojo* de los mapas por satélite, color indicativo de un alto contenido de clorofila en las aguas superficiales.

Nearchos navega en las aguas de la zona. Una llamada de Daniele Ludicone, imprescindible coordinador del equipo en tierra, nos informa que el glider ha emergido y que tenemos tal vez una buena oportunidad para recuperarlo. Se puede dar su misión por terminada. El viento amaina y el mar esta calmado. Pierre Testor y Fabrizio d’Ortenzio no tergiversan y aprovechan esta ventana de tiempo favorable (véase el video).

"La recuperación es un momento delicado, el glider está cargado de sensores muy sensibles y los choques pueden ser fatales". Pierre está preocupado. "Si las condiciones son buenas, hay que aprovechar". Se baja el bote inflable al agua y sólo media hora más tarde el glider amarillo esta en la cubierta de Tara.

Posiblemente Eolo ha protegido Nearchos: el viento ha caído a 10 nudos en el transcurso de la operación. Pero poco después arrecia a 30 nudos. Un signo. Ya es el momento de concluir la estación y regresar al anclaje. Tara se dirige hacia la isla de Ua Pou y la bahía de Hakahetau: una retirada antes de la última estación, "Etienne".

"Etienne" en el verde

La estación "Etienne" se lleva a cabo en el verde*, una zona todavía rica en clorofila, dejando atrás las islas pero a casi 150 millas de la fuente de hierro.

En el laboratorio húmedo de cubierta, los científicos Noan Le Bescot, Celine Dimier y Sophie Nicaud siguen imperturbables con las filtraciones, sea en "Romain" o "Etienne". "Salvo cuando hay que almacenar las muestras en la cala de proa" corrige Noan, " allí no puedo decir que me mantengo sereno". La cala de proa es considerada como la antesala del infierno para cualquier persona un poco sensible al rodillo del barco.

Velas abajo, motores apagados, sin moverse hacia adelante, el barco en estación se deja maltratar por el viento y el oleaje, derivando a sus antojos. "la cala delantera es entonces el peor lugar del barco". El estrave de Tara se levanta y pega la ola al caer, el efecto en proa es fatal para algunos. Sophie asiente. Para su primer embarque en Tara, ella no olvidara los vaivenes en cala. "Un verdadero rito iniciático". Noan no es nuevo "pero no puedo acostumbrarme; ¡A veces estoy algo harto de revivir ritos de iniciación cada día!" Volver en cubierta trasera le devuelve rápidamente unos colores.

Steffi Kandels, a cargo de los log sheets, las hojas de registro de ruta, esta navegando entre el puente de mando y el cockpit. Nombre de la manipulación, hora de la inmersión, coordenadas GPS, ella llena estas hojas esenciales para la identificación posterior de cada muestra.

Emmanuel Reynaud hace malabarismos entre manipulaciones en cubierta y laboratorio seco. Observando con "flowcam", una cámara especifica, las comunidades de plancton en el agua y con binoculares, las especies recogidas durante el muestreo, Emmanuel ha podido notar la evolución de los microorganismos a lo largo de estas 4 estaciones. "Vemos la misma biodiversidad en las 4 estaciones “Gaby, Eric, Romain, Etienne”. A partir de Eric, después de las islas, uno se da cuenta de que los microorganismos reciben más nutrientes. También vemos que los cloroplastos, donde se da la fotosíntesis, aumentan, en particular en las diatomeas”. Es indicativo del aporte en hierro. También aumentan los depredadores como los copépodos". La estación Etienne se finaliza sin incidentes: en esta 4ta y última estación de la etapa en las Marquesas, el equipo ya domina las rutinas.

"16 personas a bordo de Tara, incluyendo a 10 científicos, es algo inusual. En la primera estación había casi 16 personas en la cubierta trasera queriendo entrar todas a la vez en el laboratorio húmedo. Luego cada uno ha encontrado su lugar y ha sabido descansar cuando no era útil en cubierta". Sarah Searson, la vigía de popa, 4 estaciones en 12 días, constata que los equipos han aprendido a repartir las funciones y espacios de trabajo para cumplir con el programa. De día o de noche se sumerge la roseta CTD y ello exige la presencia de cuatro miembros de la tripulación.

“Estoy muy feliz de ver todas las operaciones que hemos concretado. Es muy gratificante pensar que uno genera así unos datos completos, que pueden contar una historia real. Cuando hay que cancelar una toma de muestras, me siento siempre mal porque pienso en aquellos que reciben los datos, y que se les puede dificultar su explotación. Cuando sucede, siento que hacen falta unos capítulos a la historia que les estoy enviando” concluye Sarah.

La historia de esta etapa no está del todo escrita: todavía tenemos una semana de navegación por delante a través del archipiélago de las Tuamotu antes de desembarcar en Tahití.

Sibylle d'Orgeval

* Los colores verde y rojo son colores ficticios en los mapas de satélites, para evidenciar el contenido en clorofila del agua.

* Las diatomeas: micro-algas unicelulares planctónicos, de 2 μ-micras a 1 mm de tamaño, envueltas por un esqueleto silíceo exterior. Presentes en todos los ambientes acuáticos, con una preferencia por las aguas frías, pueden vivir en colonias o aisladas, libres o fijas.

* Copépodos: crustáceos con apariencia de camarones microscópicos. Los adultos de las especies más pequeñas miden entre 0,2 y 10 mm.

Mas léxico, aquí.