17/09/2013

Encuentro con el Señor del Ártico


El Señor del Ártico cerca de Tara. ©V.Hilaire/Tara Expéditions
Hoy, en plena estación de muestreo entre Pevek y Tutkoyaktuk, nos encontramos de nuevo con él: un oso polar solitario se acerca en el témpano de hielo, cerca de nuestro lugar de estación en el mar de Beaufort a los 71° Norte.
 
La roseta se acaba de sumergir para una pesca a mil metros de profundidad. De repente, François Aurat, apasionado de fotografía, se exclama después de comprobar varias veces con los binoculares: "un oso viene nadando hacia nosotros".

Los que no están atareados con la inmersión acuden para admirar la progresión acuática del imponente depredador terrestre. Conocido por su velocidad de movimiento en el hielo, el oso es también un nadador muy bueno.

"Es posible que el haya ya recorrido varias millas nadando" nota Martin Hertau, nuestro segundo capitán, quien tiene una solida experiencia ártica gracias a varias campañas en las Svalbard, Noruega. " El oso llega a veces a recorrer 200 millas en aguas profundas”.

A la vista de sus dificultades para extraerse del agua, este macho solitario debe haber nadado mucho tiempo. Después de un intenso último esfuerzo, el logra subir su masa de varios cientos de kilos y de pelo saturado de agua. Observando Tara de vez en cuando, el recupera de sus esfuerzos en esta providencial placa de hielo que podrá darle también una posibilidad de cazar: una foca da vueltas entre el hielo.

Finalmente, después de husmear en nuestra dirección y bostezar varias veces, el se queda acostado, boca abajo u luego de espalda. Por el momento, este depredador tan perfecto como un león en África nos parece más bien un enternecedor enorme peluche blanco, levemente amarillo. El se queda somnoliento, comprobando de vez en cuando nuestra posición. Dada la delgadez de este joven, sospechamos que él no se ha alimentado desde hace varios días.

Yo no había visto un oso polar desde mi participación en Tara Arctic 2007-2008. Nos quedan dos  días de navegación para llegar a Tuktoyaktuk, Canadá. El Mar de Beaufort nos está brindado un regalo único justo antes de entrar en aguas canadienses.

Vincent Hilaire