06/09/2013

Reencuentros


Pevek, antes de Alaska. Anna Deniaud/Tara Expéditions
En medio de lomas cubiertas de nieve, unos edificios pintados de colores luchan con el humo gris de una planta que parece inundar el cielo. Entramos en Pevek. En el muelle, nos esperan las caras conocidas y sonrientes del equipo de relevo. Son las ocho de la mañana pero el sol también debe pelear con unas   nubes asentadas en la punta de las grúas del puerto, salpicándonos con algunos copos de nieve. El ambiente tiene algún parecido con esos globos de vidrio en las tiendas de souvenirs: un polvo de nieve envuelve la ciudad y se cae de repente. La tripulación a bordo y la de relevo se saludan, gesticulando, excitadas por este reencuentro en un lugar lejano.
 
Después de una semana de espera en la entrada del Estrecho de Vilkitsky, habíamos temido no poder llegar a Pevek. Por ello, me llena de alegría ver estas colinas rojizas y estos edificios del periodo soviético, todavía con un retrato de Lenin en una de las paredes del puerto. Es una primera hazaña: hemos casi recorrido la ruta marítima del noreste. Ahora mismo no queremos pensar en lo que viene, en las dificultades de la segunda  etapa canadiense por el paso del noroeste. Disfrutamos el momento presente, una enseñanza del Ártico. 

El velero polaco Lady Dana 44, que ha doblado el Cabo Tchelyouskine con nosotros, hace círculos en el agua, como para celebrar esta llegada en el extremo noreste de Siberia. Nuestros camaradas nos dan una bienvenida digna de héroes. Los marineros se la merecen, al igual que los siete tripulantes polacos de este velero de catorce metros que se lanzo primero en el Estrecho de Vilkitsky. Los sentimientos sumergen la cubierta de Tara. La televisión rusa está presente para grabar estos momentos de emotiva reunión.

Esta última escala en territorio ruso es corta, sólo dos días. Cuarenta y ocho horas para pasar revista de  los protocolos, las averías, los consejos, las sugerencias. Encontramos todavía algo de energía para transmitir a nuestros colegas los datos que les permitirán zarpar en las mejores condiciones posibles. Sabemos que lo que les espera no es fácil. Samuel Audrain, ex capitán a bordo, me había dicho una vez: "No es un crucero por el Mediterráneo lo que estamos haciendo, es una vuelta del Ártico". Con su experiencia de esta región polar, él sabia lo que estaba diciendo.

Mañana, Tara reanudara su viaje rumbo a Alaska. Como de costumbre, no sin emoción, vendré a despedir la silueta elegante de la goleta desapareciendo en el horizonte. Al igual que cuando dejé Tara en las Islas Galápagos, estaré aquí para desear a mis antiguos compañeros de navegación el mejor de los viajes. Vincent Hilaire se hará cargo del teclado y de las cámaras para relatar esta nueva fase de la expedición Tara Oceans Polar Circle.

Anna Deniaud Garcia