13/05/2014

Port-Cros, una isla donde hay que llevar agua


El «Saint Christophe», pinaza-cisterna que abastece Port-Cros en agua. N.Pansiot/Tara Expéditions
Vivir a bordo de Tara tiene parecido con el vivir en Port-Cros: se debe cuidar el consumo del agua dulce. Una actitud responsable asimilada por los 20 habitantes, verdaderos guardianes de esos 7 km2 de isla.

Entre ellos, Noël Laurent, oriundo de Bélgica, llegado a Port-Cros en 1972. El cuida del nivel de la reserva de agua potable en Port-Cros alimentada por cuatro pozos de perforación: “Estamos bombeando la lenteja de agua, pero con sumo cuidado. De sacar más de lo que cae del cielo, el bisel salado penetra debajo de la isla, la lenteja se puede llenar de agua de mar”.

Pero la reserva no es suficiente cuando llegan el mes de mayo, el verano, sus 1500 barcos privados de paso y hasta 2 mil visitantes diarios, glotones en agua. Desde la creación del Parque Nacional en 1963, muchas mejoras han transformado Port-Cros; Una planta de tratamiento de aguas residuales hábilmente escondida en el monte; Los desechos ya no se queman, sino que se envían a tierra firme. Sin embargo, subsiste el problema del agua potable.

Hervé Bergère, Jefe sectorial del Parque Nacional, explica: "Hemos intentado la solución de una planta de desalinización, fuimos de los primeros en hacerlo, pero nos percatamos del impacto negativo sobre el entorno por la deyección de químicos utilizados para limpiar la estación. Todavía, estamos obligados a traer agua en barco."

La laboriosa tarea del suministro de agua potable recae en el “Saint Christophe”, un barco-cisterna que sirve las islas de Port Cros y Porquerolles. Noël supervisa la entrega en el muelle: “La frecuencia  de los viajes de la pinaza varía con la temporada. Cada dos meses en invierno, cada cuatro días en verano”.

Al llegar al pequeño puerto, el Saint Christophe se conecta a las mangueras para bombear sus 400 toneladas de agua potable. "Este una pinaza panzuda, había muchas de este tipo antaño, pero no hoy en día. En caso de avería, nos sería difícil sustituir su servicio. Los barcos grandes de la Armada no caben en el puerto. Aquí la vida llega a ser ruda en invierno, ello nos obliga a asumir con responsabilidad”. Esa es una de las razones por las cuales Noël no ha dejado la isla de las cuatro plazas fuertes.

Noëlie Pansiot, corresponsal a bordo de Tara