03/10/2014

Pequeños placeres


Timoneria, de noche. Tara Expeditions

Son estos pequeños momentos que no presumen, esos instantes que puntúan la vida a bordo y hacen el placer de todos; La campana que uno toca para anunciar las horas de comida, un reflejo  infantil exquisito de que se le permita hacer ruido; Los olores que emanan de los hornos a las 10 de la mañana y circulan de la sala al cuarto de comunicaciones. Imposible de resistir la tentación, difícil de no ir a echar un vistazo en la cocina para ver lo que Do, Dominique Limbour, está tramando. Algunos incluso llevan a cabo un "control de calidad" no permitido.

Para los marineros, sin duda, las comidas ritman la vida a bordo. Comer bien es un imperativo. Responsable de preparar el desayuno, Do disfruta de levantarse antes que todos para hacerse un té o darse un chapuzón solitario. Saber cómo encontrar tiempo para sí mismo es necesario y hasta salvador si uno vive entre 14 personas durante varios meses en un barco. No es de extrañar entonces que los marineros aprecien los turnos nocturnos, esos momentos especiales para sentirse "dueño del barco” o "tener el barco para sí mismo." Despertarse por la noche y tomar su turno de guardia no es para nada un castigo: 2 horas de la libertad que deleitan Mathieu Oriot, que le dejan tiempo para leer un libro o ennegrecer las páginas de su Moleskine.

En navegación, el turno de guardia se hace de a dos: un científico y un marinero cuidan juntos de la seguridad del barco y de la tripulación. En la intimidad de la timonería se da la oportunidad de intercambiar ideas y crear vínculo. ¿El mejor turno? El de 4 a 6: “Al principio es noche negra, todos duermen. Y la vida vuelve poco a poco; Sale el sol y ves surgir pequeñas cabezas en el barco”, confía Nico.

Aquí, los pequeños placeres son múltiples: caminar descalzo hasta que la plantilla del pie se vuelva  gruesa como el cuero; Darse una pausa–lectura después de elegir su libro. Cómodamente instalado en la botavara del palo mayor, el lector sale a cazar mamuts con Bernard Buigues o, como Samuel, descubre el secreto de la isla de Pascua sentado en la proa.

Al cambiar las tripulaciones, como hoy, todos estos instantes privilegiados se transforman en recuerdos, mientras nuevos pequeños placeres se están escribiendo con la llegada a bordo de  recién embarcados.

Noëlie Pansiot