Desde hace tres semanas, Tara se encuentra en la Cité de la Voile en Lorient, al lado de otros barcos legendarios como los Pen Duick. Por fuera, todo parece tranquilo. El incesante ir y venir entre el barco y nuestro almacén ha terminado. Bodegas vacías, la línea de flotación de Tara ha subido de varios centímetros por encima de agua.
Pero en el interior,
la cirugía a corazón abierto sigue su curso. Thérèse lleva diez días suspendido por cadenas en medio de la sala-comedor. El motor
de estribor, nuestro viejo alemán que, junto a su gemelo de babor Brigitte, suele propulsar
Tara, requiere ahora de cuidados profundos. François Noël, actual jefe de
máquinas a bordo y gran conocedor de estos gemelos, dirige la delicada
operación.
Se desarma cada
parte del motor: pistones, bielas, camisas, culatas, juegos de válvulas, bombas
y otros, son inspeccionados y cambiados si necesario. Tapizada de láminas protectoras, el piso cubierto con
cartón, la sala se transforma en quirófano. Reina un olor diesel por todo el barco,
herramientas y partes esparcidos en lo que es normalmente nuestro espacio de
vida. Rearmar Thérèse y colocarlo de nuevo en su lugar debería ser un asunto concluido
antes de Navidad.
Nicolas de la
Brosse, capitán de Tara